Bajo la armadura

---

Hubo un tiempo en el que estuve viviendo en un grupo de refugiados  por una guerra de la cual no recuerdo nada. No era un grupo numeroso pero éramos jóvenes, fuertes y estúpidos, creíamos que por haber matado a un par de puercos y a un oso estábamos listos para enfrentarnos a la vida como nómadas.

Habíamos sobrevivido bastante bien por casi dos años, hasta que un hechicero se cruzo en nuestro camino. Parecía solo un mendigo con una capa desgastada y sin ninguna arma visible, el camino con nosotros por dos días y medio, hasta la llegada de noche sin luna, una noche realmente oscura, mientras todos dormían, él se levanto, desperté cuando paso caminando junto a mí, sin alertarme hasta que comenzó a hablar en una lengua que yo no conocía, allí es cuando la “magia” comenzó… Sus ojos brillaron, mientras, sus palmas extendidas activaban un puñado de piedras blanquecinas, mismas que había repartido por todos lados, sin que a nadie le importara. En ese momento mi cuerpo se clavo al piso, como si estuviera siendo aplastada por un gorila de más 90 kilos,  la fogata cambio el color de sus llamas creciendo dos veces su tamaño, demasiado impactada como para reaccionar o decir palabra alguna, me quede en mi lugar, intentando verlo mientras se acercaba a mis compañeros, yendo de uno por uno para abrirlos con una daga,  ellos seguían gritando, con los ojos abiertos, mirando como sus órganos eran retirados de sus cuerpos mientras su vida se extinguía, los más afortunados perdieron el conocimiento con el dolor de el primer corte, los que íbamos sobreviviendo solo podíamos arrastrarnos por el suelo incapaces de levantarnos por el peso invisible que oprimía nuestros pechos, cuando llego a mi me giro con cuidado preparando su arma con la que seguiría el destino de mis compañeros, comenzó a cortarme mientras yo gritaba inútilmente, en mi desesperación, sujete una de aquellas rocas blanquecinas, para mi sorpresa, al moverla de su sitio el peso que me sostenía contra el suelo desapareció, pude estrellarla contra su cabeza y quitármelo de encima, los pocos que sobrevivimos comenzamos a correr, mientras, el invocaba unas bestias infernales, carentes de piel, con los ojos negros, a ellos mando a perseguirnos, demasiado rápidas como para escapar de ellas, mi fortuna fue caer por un desfiladero hasta un rio, donde el agua me llevo lejos de aquel lugar de espantos, aunque casi me ahogara en el proceso. Para cuando desperté, estaba a la orilla del rio, bastante lejos de donde había estado viviendo, todo parecía una terrible pesadilla demasiado retorcido para ser real, pero  el corte comenzado en mi pecho allí seguía, al igual que la roca blanquecina con la que había salvado mi vida.

Yo sobreviví, fui afortunada, pero por el alma de mis compañeros que murieron sin que nadie escuchara sus gritos, jamás olvidare lo que sucedió aquella noche de luna nueva en la montaña.